Sagradas Escrituras (Biblia del Oso) - 15691 ¶ En aquellos días, como otra vez hubo gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: 2 Tengo misericordia de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo; y no tienen qué comer. 3 Si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos. 4 Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar a éstos de pan aquí en el desierto? 6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dio a sus discípulos que pusiesen delante; y los pusieron delante a la multitud. 11 Y vinieron los fariseos, y comenzaron a altercar con él, demandándole señal del cielo, tentándole. 12 Y gimiendo de su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación. 15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. 17 Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿No consideráis ni entendéis? ¿Aún tenéis ciego vuestro corazón? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce. 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete. 23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo. 25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue sano, y vio de lejos y claramente a todos. 27 ¶ Salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 29 Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: ¡Tú eres el Cristo! 31 Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días. 33 Y él, volviéndose y mirando a sus discípulos, riñó a Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres. 34 Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su madero, y sígame. 35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del Evangelio, éste la salvará. 38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. |