Mateo 27

Sagradas Escrituras (Biblia del Oso) - 1569

1
¶ Y venida la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesús, para entregarle a muerte.
2
Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, presidente.
3
Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos,
4
diciendo: Yo he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué se nos da a nosotros? Tú lo verás.
5
Y arrojando las piezas de plata al Templo, salió y fue y se ahorcó.
6
Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el arca de la limosna, porque es precio de sangre.
7
Mas habido consejo, compraron con ellas el campo del alfarero, por sepultura para los extranjeros.
8
Por lo cual fue llamado aquel campo, Acéldema: Campo de sangre , hasta el día de hoy.
9
Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, que fue apreciado por los hijos de Israel;
10
y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.
11
¶ Y Jesús estuvo delante del gobernador; y el gobernador le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.
12
Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes, y por los ancianos, nada respondió.
13
Pilato entonces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
14
Y no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
15
Y en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, cual quisiesen.
16
Y tenían entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás.
17
Y juntos ellos, les dijo Pilato: ¿Cuál queréis que os suelte? ¿A Barrabás o a Jesús que se dice Cristo?
18
Porque sabía que por envidia le habían entregado.
19
Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él.
20
Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase.
21
Y respondiendo el gobernador les dijo: ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: a Barrabás.
22
Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que se dice el Cristo? Le dicen todos: Sea colgado en un madero.
23
Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban más, diciendo: Sea colgado en un madero.
24
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; veréislo vosotros.
25
Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
26
¶ Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser colgado en un madero.
27
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y juntaron a él toda la cuadrilla;
28
y desnudándole, le echaron encima un manto de grana;
29
y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Hallas gozo, rey de los Judíos!
30
Y escupiendo en él, tomaban la caña, y le herían en su cabeza.
31
Y después que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le vistieron de sus vestidos, y le llevaron para colgarle en el madero.
32
Y saliendo, hallaron a un cireneo, que se llamaba Simón; a éste cargaron para que llevase su madero.
33
¶ Y como llegaron al lugar que se llamaba Gólgota, que es dicho: El lugar de la calavera,
34
le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso beberlo.
35
Y después que le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
36
Y sentados le guardaban allí.
37
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS EL REY DE LOS JUDIOS.
38
Entonces colgaron en maderos con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
39
Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas,
40
y diciendo: Tú, el que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende del madero.
41
De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los ancianos, decían:
42
A otros salvó, a sí mismo no puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora del madero, y creeremos a él.
43
Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
44
Lo mismo también le injuriaban los ladrones que estaban colgados en maderos con él.
45
Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
46
Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
47
Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
48
Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le daba de beber.
49
Y los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.
50
¶ Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con gran voz, dio el Espíritu.
51
Y he aquí, el velo del Templo se rompió en dos, de alto a bajo; y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;
52
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
53
y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
54
Y el centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era éste.
55
Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido de Galilea a Jesús, sirviéndole,
56
entre las cuales estaban María Magdalena, y María de Jacobo, y la madre de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
57
¶ Cuando llegó la tarde del día, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también había sido discípulo de Jesús.
58
Este llegó a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
59
Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,
60
y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y revuelta una grande piedra a la puerta del sepulcro, se fue.
61
Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
62
Y el siguiente día, que es el segundo día de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato,
63
diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después del tercer día resucitaré.
64
Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; para que no vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.
65
Y Pilato les dijo: Tenéis la guardia: id, aseguradlo como sabéis.
66
Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro con guardia, sellando la piedra.
"YHVH te bendiga y te guarde; YHVH haga resplandecer su rostro sobre tí,
y tenga de tí misericordia; YHVH alce sobre tí su rostro y ponga en tí paz."
- Números 6:24-26